EL TIEMPO EN JAEN

jueves, 10 de febrero de 2011

AVISO A NAVEGANTES

El resultado de las elecciones catalanas ha supuesto la debacle de los socialistas, como cabezas visibles del tripartito, y de sus socios republicanos. A pesar que públicamente reconocen la derrota, la sangría ha sido tan importante que el título de la película del apuesto Paul Newman “El Castañazo” se queda pequeño. Esta es la apreciación que haría cualquier observador con la objetividad por bandera. Una objetividad que brilla por su ausencia en el seno de las pétreas direcciones federales, sobre todo la del PSOE. La autocrítica no es precisamente una virtud entre los políticos aunque en esta ocasión el todavía Presidente de la Generalitat, José  Montilla, haya dado ejemplo presentando su renuncia al escaño al igual que lo han hecho destacados líderes de la izquierda republicana. Un gesto que contrasta con quienes miran hacia otro lado y se decantan por “el aquí no pasa nada”. Ya sabemos, que lo ocurrido en Cataluña, no se puede extrapolar a otro territorio ni a otro ámbito; pero nadie  podrá negar que es un indicador a tener en cuenta.
Dice el refrán: “No hay más ciego que quien no quiere ver” y eso parece suceder en el PSOE, tanto en Madrid como en Sevilla. Lo ocurrido en las primeras elecciones autonómicas de la crisis es para hacérselo mirar. Al menos para detenerse y reflexionar. Vamos, para analizar de forma detallada y con mucho sentido de la autocrítica. En la situación actual, para un partido que quiere seguir gobernando, lo mejor no es aplicar la política del avestruz porque verdaderamente algo está pasando y el descontento es general. Incluso hay desilusión hasta en su propia militancia.
Sentido de la autocrítica y de la responsabilidad es lo que falta, y no echar la culpa al contrario con mensajes vacuos y  manidos que no servirán para solucionar el problema. Las dificultades se afrontan desde el reconocimiento de la situación. Ese debe ser el primer paso. No hacerlo puede conducir al fracaso.
Por eso los resultados de los socialistas catalanes pueden ser un aviso para navegantes, un serio aviso para las próximas citas electorales. Ahora se está a tiempo de cambiar el rumbo; luego, ahora, puede ser demasiado tarde como cantaba nuestro paisano, Joaquín Sabina.


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