EL TIEMPO EN JAEN

martes, 17 de mayo de 2011

VÍA MUERTA

Mi amigo el Tertuliano sale nuevamente a la palestra. Esta vez lo hace ataviado de forma impecable. Con sus zapatos nuevos y con su indumentaria recién sacada de la sastrería. La ocasión lo merece porque para eso es candidato. Y lo hace con su traje de campaña dispuesto a recorrer de norte a sur y de este a oeste todos y cada uno de los rincones de nuestros pueblos y ciudades a la busca y captura del voto perdido. Me dice a voz en grito “¡Para eso estamos en campaña!

Y es que si alguien lo dudaba ya estamos en campaña electoral. Bastante han sufrido nuestros representantes con la aplicación de la nueva Ley Electoral con más restricciones que una ley del silencio. Ahora ya no hay cortapisas para pedir el voto y prometer lo inimaginable. El traje de campaña lo aguanta todo. Como el papel. Desde proyectos realizables y que luego se ejecutan, hasta aquellos que luego… ¡Pues eso, que se quedan en el cajón del olvido!

Besos por aquí, apretones de manos por allá. Nuestros candidatos ponen su cara más amable con tal de obtener el gesto complaciente de la plebe. Si esa clase, a la que quieren mostrar toda la cercanía que les sea posible, aunque sólo sea por quince días cada equis tiempo. Luego, luego ya se sabe la cercanía se hace más distante hasta que con el paso de los meses y de los años, de ella no nos queda más que el recuerdo. Como decía la canción: “La distancia es el olvido”.

Entre tanto nuestros candidatos, pues eso, a prometer todo lo que se ponga por delante. No importa que la oferta electoral sea idéntica a lo ofrecido con anterioridad. Lo posible y lo imposible se dan la mano bajo el marco de un programa electoral, que en la mayoría de los casos, cuando finaliza el mandato, y se hace balance, caemos en la cuenta que el tan cacareado “programa, programa, programa” ha entrado en vía muerta. Más si tenemos en cuenta que los presupuestos han  sido pasados por las tijeras.

El Tertuliano que se estrena en esto de la política y las campañas electorales cree que es posible cambiar las cosas. Quizás por su bisoñez, cree firmemente en sus convicciones, aunque la experiencia le demostrará (lamentablemente) que con esto no es suficiente. Hace falta algo más para obtener una buena cosecha.

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