EL TIEMPO EN JAEN

miércoles, 22 de febrero de 2012

EL CARRIL

Andan las centrales sindicales a la caza y captura de adeptos para la manifestación de mañana. No hace mucho que guardaron las pancartas con motivo de la última huelga general cuando han vuelto a las andadas. El detonante la aprobación de la reforma, de la reforma laboral, que ha propiciado que la realizada por el gobierno de ZP se haya quedado poco menos que en mantillas. Aquella fue la reforma laboral “no nata” o enterrada de forma precipitada, de la misma forma que el nuevo gobierno  ha aprobado la actual.

Y así al ritmo del “arre que es tarde” los sindicatos deciden salir nuevamente a la calle. Han tocado la corneta en una primera movilización que se antoja un mero tanteo de fuerzas con vistas a una protesta de mayor calibre. La huelga general queda en la recámara, si antes las cámaras no deciden dar una vuelta de tuerca y reformar también la Ley de Huelga que data del siglo pasado (dicho así suena muy lejana, pero se aprobó en el año 1979). Voces pidiendo esta reforma ya han comenzado a oírse. Y visto lo visto, cómo en este país se reforma la Constitución en menos que canta un gallo, los sindicatos de clase si tienen decidido convocar una huelga no deberían tardar. No vaya a ser que para luego sea tarde, porque la reforma de la legislación se produzca antes de darnos cuenta.

Uno podrá estar a favor o en contra de la reforma, a favor o en contra de una huelga. Ahora en lo que sí creo que estaremos de acuerdo es en lo “útil” que está siendo el trazado del tranvía para reivindicaciones diversas. Es el recorrido idóneo por el que transcurren los ex trabajadores de Primayor, las trabajadoras de MACROSAD. Cualquier manifestación que se precie en Jaén debe discurrir por el tranvía. Y es que los raíles ayudan una barbaridad para que nadie descarrile. Y no digo nada de los que utilizan el trazado como vía verde, aunque sea artificial (nunca mejor dicho), para practicar footing a diario y hasta de estacionamiento.

Con esto del tranvía, hasta las manifestaciones pierden su encanto. No obstaculizan ni el tráfico. Van todos por el mismo carril. ¡Ponga un “manifestódromo” en el centro! En estos tiempos, al menos, el uso está garantizado.

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