La feria se asoma a la puerta, la primera del actual equipo de gobierno. Es tanta la expectación que nadie se la quiere perder. Se aceptan apuestas. Por el recinto ferial “Alcalde Alfonso Sánchez Herrera”, también conocido por el nombre de la Vestida volverá a darse cita “la crème de la crème”. Estará de bote en bote, colapsado. Fíjense si hay interés en esta edición de San Lucas, que hasta la crisis no se la ha querido perder. Ya ha preparado su traje de faralaes para darse una vuelta y ver el ambiente e incluso, por qué no, bailarse unas sevillanas. Sí la crisis, esa crisis que afecta a miles de personas en esta provincia, lamentablemente, también se hará visible. Y no es que quiera uno ser pájaro de mal agüero (que precisamente no es el Kun), pero es que la “cosa” no está como para tirar cohetes. Y es que el esfuerzo de austeridad promovido por el nuevo equipo de gobierno municipal dice a las claras que las arcas están para pocas alegrías, por no decir ninguna.
La feria es un escaparate y como tal veremos a un buen número de políticos. ¿Alguien lo duda? Por esta edición de San Lucas pasarán los que están pero no se ven, los que ya no están y se ven, quienes aspiran a estar y los que están y se ven. Estarán todos y más teniendo en cuenta que esta feria es un tanto especial y no lo digo por los diez días, ocho oficiales, que tendrán estos festejos; que dicho sea de paso no hay cuerpo que lo aguante, ni bolsillo que lo resista.
Las elecciones están a la vuelta de la esquina. La precampaña está en marcha y todos han comprado su boleto en la tómbola electoral. Todos juegan, aunque como ocurre en los juegos de azar, muy pocos son los que ganan.
Esta vez la cosa parece estar muy clara, los sondeos así lo dicen. La balanza está inclinada hacia un lado, los otros tratarán de impedirlo y dar la vuelta a algo que es un clamor.
La crisis pasa factura a los gobernantes y no entiende de ferias. La otra feria, la que viene, llegará tras el 20-N.
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