EL TIEMPO EN JAEN

domingo, 16 de diciembre de 2012

SOLIDARIOS

Pintan bastos. Los últimos datos conocidos no son ni mucho alentadores. Por mucho que el gobierno pretenda disimular el paro en esta provincia va camino del cuarenta por ciento a un ritmo vertiginoso. Jaén se desangra. Nuestro mercado de trabajo está a punto de entrar en coma. Pronto ni la respiración asistida será suficiente, si es que nos queda dinero para pagarla.

70500 personas que,  no es que no tengan un puesto de trabajo, es que en la mayoría de los casos ni siquiera poseen la perspectiva de un empleo. Si no hay trabajo, no hay ingresos y si no hay ingresos no hay consumo. En éstas estamos, por lo que no es de extrañar que cada vez sean más las personas y familias que recurran a las organizaciones humanitarias en busca de ayuda. La llamada de estas organizaciones se sucede día tras día. Estamos en una situación de emergencia social, afirman, aunque las administraciones y sus dirigentes parece que no quieren enterarse. Siguen mirando para otro lado esperando no sé qué. Llenan sus intervenciones de frases hechas, de tópicos que al ciudadano de a pie ya le traen al fresco. ¿De soluciones?…

El Banco de Alimentos dice estar desbordado, y no es de extrañar. Han pasado de atender a unas 20.000 personas en la provincia a 35.000 en sólo dos años. Y aquí no acaba todo, hay otras cuatro mil personas en lista de espera. 40.000 familias que viven de la solidaridad de los demás, de aquellos afortunados que todavía tienen un puesto de trabajo.

De todo esto de la crisis me quedo con algo positivo, la solidaridad, la capacidad de compartir que aún existe en la sociedad. Esto parece ser que es lo único que no cambia. Lo demás… ¿todo una entelequia? Lo oí el otro día en la calle: “Entre tanto banco malo, resulta que el único banco bueno es el de los alimentos”.

Ya nada es igual, uno no puede creer ni en las tradiciones. Siempre creí en los Reyes Magos, aunque me dijeran que no existían,  siempre dije que venían de Oriente y mi preferido era Baltasar. Ahora ya ni eso. Melchor, Gaspar y Baltasar no venían del desierto, resulta que  las únicas dunas que han visto han sido las del coto de Doñana… ¡Eran de Huelva!  En mi próxima carta les pediré unas cajas de gamba blanca.

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